miércoles, 10 de junio de 2009

Como perder un cliente y no morir en el intento.

Hace algunas semanas un amigo me ofreció una oportunidad para trabajarle a la empresa en donde trabaja, debo decirles que dicha empresa es la más chipocluda en su ramo el cual consiste en hacer las botellitas y envases a varias empresas refresqueras, por lo que al escuchar la oportunidad mis ojitos tintinearon $ $ e inmediatamente se lo comente a mi jefe diciéndole: “¿Cómo ve patrón? Esta chido el asunto quieren que les hagamos un proyectito pa’ ver si rifamos” lo que a mi jefe también le tintineo $$.

Pase cerca de dos semanas, algo así como 8 días hábiles, asistiendo a dicha empresa, la cual tiene su oficinas en Paseos de Tamarindos, ¡sí! Adivinaron en Santa Fe, justo frente al edificio, que la gente le ha puesto el sobrenombre de “El Pantalón”. Pos ahí me tienen desmañanandome todos esos días pa’ llegar a las ocho de la madrugada, en verdad que es un desmadre viajar hacia esas landas, más aun cuando no se tiene cochecito, pero en fin que yo trabaje que trabaje en el proyecto, revisando documentos haciendo anotaciones, poniéndome mis mejores garras, las cuales se acabaron a los dos días, después hice una combinación con cada traje, así como Marge Simpson con su Chanel, tenía mi tarjetita pa’ entrar y por un instante llore al ver las oficinas, tan bonitas ellas, tan minimalistas ellas, tan ordenadas ellas, tan eficiente ellas, el sueño de cualquier oficinista trepador.

Me asignaron un lugarcito a lado de la oficina de mi amigo, hoy amigazo, en fin me senté en una verdadera silla todo ella ergonómica, no como las pinches sillas de mi oficina que te hacen hoyos en las nalgas pa’ que luego te digan: “mira están sonriendo con sus hoyuelos”. Total que el lugar que me asignaron, aunque pequeño, te hacía sentir en armonía con tus herramientas de trabajo, me sentía en la espiral de Phi, el universo era uno conmigo; extasiado como derviche dando vueltas, solo que yo daba vueltas sobre mi silla la que con solo unos minutos de haberla conocido ya la amaba. Es que me cae hasta caga uno mejor y es que come uno mejor, por unos instantes me olvide de los tacos de carnitas, por cierto hay unos en el paradero de Indios Verdes que no tienen madre su especialidad es “la barriga” claro hay que tener vocación de come tacos pa’ aguantar, bueno, eso es otro tema luego doy la ubicación exacta, decía: deslumbrado por el mundo corporativo, hacia mi proyecto lo que me costó trabajo ya que el corporativo aglutina 16 empresas, felizmente el mundo me sonreía era el paraíso donde los oficinistas se llaman ejecutivos.

Ocho días me encaramé a un escalafón dirigente de oficinistas, digo que más puede pretender un oficinista; mi jefe me bombardeaba con promesas de aumento de sueldo, un auto nuevo de paquete, mi propia cafetera, ¡y un pisapapeles de Buzzini! Era demasiado no lo podía creer y hasta empecé a soñar con mi pisapapeles, no mas poner la engrapadora o la caguama sobre los documentos, ahora tendría mi propio pisapapeles, claro, “lo que todo buen oficinista debe tener”. En tanto trabajaba, me entrevistaba con ejecutivos exponía mis pawerpoints, mis puntos de estrategia, etcétera al terminar había hablado con todos los que había que hablar y el proyecto hasta ese momento había tenido una excelente recepción, hasta amigos nuevos hice, en pocas palabras, yo ya estaba babeando.

Pero sucedió la catástrofe (insertar violines tristes, muy tristes), aquellas aves que vi volar al levantarme esa mañana anunciaron el viernes funesto de muerte y horror que vendría. Mi jefe llegó a mi oficina poco antes de las diez de la mañana diciéndome que había hablado con mi amigazo y que este le dijo que quería platicar con nosotros (nótese la palabra “platicar”) y que en media hora nos íbamos no sin antes recordarme todas las promesa que me hizo, yo rebozaba de alegría, pensaba: seguro es para firmar el contrato.

Nos dirigimos hacia esa parte de la ciudad cuyo nombre no quiero recordar, llegamos contentos, impacientes porque pasara el día y fuéramos a una cantina a celebrar, ponernos una peda monumental e imaginar en que nos íbamos a gastar todo ese dinero que nos tintineaba. El primer mal augurio fue que no pasamos a una oficina si no que nos invitaron a la sala de juntas lo cual, en ese momento pensé sin hacerme caso, que era un tanto extraño que para platicar con mi amigazo nos pasaran a la sala de juntas. Total que nos sentamos en esa salota en la que había estado algunas veces tan moderna ella con todos sus puertos listos para que hicieras uso de ellos, pa’ que conectes tu lap... ¡Un momento, exacto, no traía mi com-pu-ta-do-ra! En ese momento recordé los ejercicios respiratorios que aprendí con mi maestra de educación física de la secu tranquilizándome con ello me dije: venimos a platicar con el amigazo no problema.

A los pocos minutos entró mi amigazo todo el sonriente, entraron otros tres güeyes a los cuales ya conocía; uno de ellos un güey de lentes nos dijo: “hemos estado revisando su trabajo y nos parece excelente, solo falta el visto bueno del jefe.” Corte a: el oficinista con los ojos hacia arriba buscando al espíritu santo como para entender ese misterio de la trinidad y del origen de la vida mientras su cerebro, no sabemos cuál de los hemisferios pensaba: ¡no mames! ¿Cuál jefe? Yo nunca escuche que estos güeyes tuvieran un jefe, es mas yo creí que ellos eran los jefes. Paneo de izquierda a derecha: si están todos, haber uno, dos, tres… sí están todos. Corte a: se abre la puerta de la sala de juntas entra un tipo de mediana estatura de unos 50 años, pelo entre cano, sin traje, sin corbata, vistiendo una camisa negra de diseño, unos pantalones de gabardina negra, un cinturón de cuero negro con hebilla plateada, ¿los zapatos? No, no se los vi. Camina con autosuficiencia dice átono: buenos días, sin mirar a nadie, se sienta, cruza las piernas entrelaza las manos y dice: “bien platíquenme”. En mi cabeza retumbo platíquenme, platíquenme, platíquenme...

El guey de lentes comenzó a presentarnos y a dar una introducción; el güey de negro dice: muy bien estoy convencido con el proyecto, todos lo han aprobado, ahora hablemos de su contrato, en la clausula 23, no entiendo bien ¿me la pueden explicar?

Corte a: ¡GULP! ¡RE GULP!. Mi jefe:

-La clausula 23… bueno en general el contrato trata de proteger a ambas partes con el fin de proporcionarle nuestros servicios de la mejor manera… (Algo así dijo mi jefe nada mas que un choro más extendido redundando sobre la misma idea)

Entonces al transcurrir un minuto de choro, el hombre de negro interrumpió.

-¿No traen copia de su contrato?

Mi jefe: No, pero me lo sé de memoria ( en ese momento los ojos de mi jefe voltearon buscando mi rescate entonces comente)

-Sí, mire el contrato abarca todos y cada uno de los puntos que creemos nos pueden satisfacer en cuanto a la clausula 23, si me presta su contrato se la podre explicar…

El hombre de negro expulsa su silla hacia atrás rodándola y mirándonos con gesto de pobres diablos, sentencio:

-Pospondremos la junta, veo que no vienen preparados, “güey de lentes” cuando tengan todo listo me llamas. Buenos días.

El hombre de negro, sin voltear a vernos salió de la sala, nótese la palabra que dijo: “junta” no “platica” pero creo que no importa la diferencia es solo un pretexto para no sentirnos tan mal, y es que la verdad no íbamos preparados ni una pinche hoja blanca para apuntar; sobra decir que a pesar de estar insistiendo en algunas llamadas, el proyecto se cayó y tengo que decir adiós a mi aumento de sueldo y lo que más me duele es que jamás tendré mi pisapapeles, lo único satisfactorio de todo es que vi a mi jefe sudar sin saber que decir y luego dice que los inútiles somos nosotros.

De lo anterior aprendí:

1.-Del plato a la boca se cae la sopa, y más cuando la sopa es de pisapapeles.

2.- Aquel que dijo que hay que amar a “algo” y no a “alguien”, está equivocado, no sabe que un pisapapeles también te puede romper el corazón.

“ODA AL PISAPAPELES”

¡Oh! El mundo es tan ligero.

El viento me avienta las memorias.

Y entonces soñé contigo,

Estabas ahí, incólume.

Con la certidumbre de los dioses de Murano.

Ahora una imagen del asesino de sueños.










11 comentarios:

Talìa Race dijo...

que padre relato, ameno y chusco, que lástima que no se pudo concretar el negocio.
Pero bueno, por lo menos nos haces reír con las peripecias

mimosa dijo...

Tus historias me ponen tan triste, pinche corporativismo slide, conosco a ese tipo de personajes "de negro" como que son de una especie diferente, que solo ves en la tele, que no conosco personalmente... "otra clase social y económica", algùn día los pobres haremos un arma biologica contra ellos, en tu relato del virus loco te falto poner al héroe nerd o sea yo.

xoxo cat dijo...

tu subaibor realiti esta bueno, desde que te empezé a leer me parecieron con una forma muy particular de exponer lo que a otros les parecera simple y vulgar pero de eso se trata este pescado frito, esto de los blogs es una forma de escalonearte intelectualmente, yo por eso no tengo.

CHISPITA COMPANY dijo...

que bueno que escribas ya como antes , lastima que te allan cambiado tanto, siempre recordaremos aquellos momentos, ay no que horror, ay no que orror nada mas te recordaremos a ti

Anónimo dijo...

http://zorrana.blogspot.com/

Agnes Milk dijo...

tus entradas tan amenas, todas ellas, jaja, muy bien, muy bien aunque tu siempre tan exigente con la redacción, la ortografía, reglas gramaticales, todas ellas, ahora te fallaron un par de cosas ¿por qué no lees antes de publicar?

piquis piquis

Anónimo dijo...

ni modo las margaritas ni los trajes negros se hicieron para los cerdos (no por ti sino por tu jefe)

mimosa dijo...

lo mismo... ya metele otro cuentito

ya empezé la tanda para el pisapapeles, bueno yo quisé eso, las güilas de las secretarias del gerente de proyección (¡que mamada! ¿no?) quisieron una colcha y un set de baño (otra mamada) pero yo un pisapapel de cristal cortado porque los de murano... hay no manches estan bien altos

Anónimo dijo...

PORQUÈ NO ESCRIBES ALGO YA?

Anónimo dijo...

que onda ooo sigues vivo ooo que

Talìa Race dijo...

Ayyyyy oficinista hace siglos que no escribes, se te extrañan tus pots divertidos de tu oficina...
Escribe pronto